Este descenso localizado geográficamente en Alpes Haute-Provence, nos fue descubierto por Tente, Nitu, Barrankas y Sheyla durante el 2008, en un artículo publicado en Barrabés. Mucho antes, Caracal (Stephane Coté) ya se había encargado de divulgar este cañón a través de un libro monográfico llamado Male Vesse
La fama de este cañón se vertebra en dos características principales. Por un lado, su marcado carácter alpino, que implica una larga aproximación hasta su cabecera y un particular acceso al cauce desde la cresta de Cabrieres. Por otro lado, su envergadura, ya que supera los 1000 metros de desnivel en su versión más popular, ampliando este desnivel entre 200 y 400 metros en función de si queremos sumar a nuestra actividad tramos de cañón que se encuentran equipados más arriba (aunque sin ningún tipo de interés estético, sólo deportivo).
Así pues, todo aquel que se considere barranquista con un marcado perfil deportivo, debería empezar a poner en su agenda este cañón. Y eso es lo que hicimos nosotros.
Tras toda una noche conduciendo, turnándonos al volante y para dormir, porfin llegamos a Prads. Siguiendo las indicaciones del Refugio d`Estrop, alcanzamos una pista que se encuentra cerrada más adelante por unos bloques. Es el párking. Desde aquí, continuamos caminando por la amplia senda que discurre en sus inicios por el margen derecho del río (el río queda a nuestra derecha) y con perfil suave. Más adelante, un puente de madera nos deposita en el otro lado y comienza la verdadera subida.
Al poco, atravesamos una campa de bloques monumental y proseguimos entre tramos de bosque, ya con una pendiente muy pronunciada. Vamos ganando altura, hasta que podemos divisar al fondo un circo con una cascada en su fondo. La senda va subiendo hasta situarse a la altura de esta cascada, momento en el cual toma un carácter aéreo y se nos descubren unas sirgas de metal, que a modo de pasamanos, permiten asegurar los tramos más expuesto, que en todo caso, carecen de dificultad. No olvidemos que la senda va un refugio privado y hay que adaptar la senda a todo tipo de clientes. Las sirgas y la senda nos depositan por fin en lo alto del valle, donde los perfiles se endulzan y se nos aparece al fondo, el refugio d`Estrop. Antes, dejaremos unas cabañas a mano derecha y cruzaremos de nuevo el río. Hasta el entablado del refugio empleamos 2h y 15 minutos. Son las 14h y se nos avecina una tarde larga como pocas.
Tras devorar toda la bibliografía del refugio, tomar una cerveza XXL, dar mil vueltas a los alrededores y mil ojeadas al reloj, por fin a las 19h nos sentamos a la mesa a disfrutar de una copiosa cena. Para nuestra sorpresa, dos barranquistas nos acompañarán mañana en nuestro descenso. Parecen ser un francés y un italiano y nos invitan a hacer grupo al día siguiente. Sopesamos su invitación… mañana lo veremos. A las 20h, ya estamos en el sobre y disfrutando de un plácido sueño.
A las 5 a.m. nos levantamos. Tenemos el desayuno preparado y nuestros sorpresivos amigos también nos acompañan en la madrugada. Hacemos cuenta de las tostadas y del café y marchamos en busca de la cabecera. La feliz pareja, que desayuna por sus medios, sale un poco más tarde.
Todavía es de noche, por lo que avanzamos con las frontales (yo además, la he encendido). La senda parte desde el mismo refugio (seguir la indicación de un cartel de madera “Tete d`Estrop”) y sube por la ladera derecha del valle en busca de un collado que se dibuja en la cresta de Cabrieres (a 2.550 mts), pero que por la noche se nos exconde a la vista. Las trazas de senda se difuminan, por lo que vamos siguiendo mojones y fitas de madera con marcas rojas que en poco más de 40 minutos nos depositan en la cota 2550… demasiado altos. La senda lleva hacia la tete d`Estrop, por lo que en nuestro entusiasmo, nos hemos pasado de frenada. Así que rectificamos y nos lanzamos en busca de la cresta a las bravas, por una loma rocosa. Al alcanzar por fin la otra vertiente, vemos que tenemos que bajar en busca de un pequeño collado donde, a los pocos minutos, divisamos a nuestros desconocidos amigos.
Ya todos juntos nos aventuramos por la dura pala de grava en busca del cauce (al principio hay instalaciones para rapelar, por si a alguno le hace). Hay trazas de animales que a lo pocos metros, tuercen a la derecha y nos confunden. Pero no hay que dejarse engañar por ellas. Hay que seguir la loma, sin perderla y más adelante los mojones confirmarán que vamos por el camino correcto. Tras 45 minutos de bajada, por fin alcanzamos la cabecera del primer rápel. La cosa empieza fuerte, con un R112… nos cambiamos y tratamos de organizarnos con nuestros amigos franco-italianos. Al final, ocurre lo inevitable y se impone el libre albedrío. Nuestros amigos se nos adelantan y comienzan a bajar por nuestra cuerda. A los 25 metros, deciden fraccionar… me echo las manos a la cabeza. Que desastre!! Intento chapurrear con el italiano (que tiene trazas de haber bajado pocos cañones como este) algunas palabras en inglés, para que le comunique al francés lo que los españoles tratan de decir (que hay que fraccionar más abajo). Nada… como si hablara en chino. Pero de repente se nos enciende una bombillita… llevan cuerdas de 90 mts!! Y sí, piensan bajar del tirón desde esa reunión.
Debe ser la primera vez que hago un rápel de 90 metros en doble… A los pocos metros recuerdo por qué… A partir de aquí, continuamos como un solo equipo, superando rápeles de diferente magnitud hasta un tramo donde el cañón se abre, ofreciendo vistosas panorámicas de estratos imposibles y extravagantes claroscuros. Tras un buen trecho de andar, este tramo que termina en un pequeño rápel de 3 o 4 metros. Pasa Chema, pasa Jorge y pasa… pasa… no pasa nadie más. Espero 5, 10 minutos… La pareja feliz no aparece. Antes de continuar, decido caminar río arriba para ir a su encuentro, más que nada para informarles de que tenemos prisa y no podemos detenernos. Pero tras casi 15 minutos caminando y no encontrarme con ellos, decido dar media vuelta y comentarlo con el resto del equipo. Chema me comenta que habrán parado a fumar y a comer, ya que él les ha ayudado a recuperar los últimos rápeles y no han tenido problemas. Así que tras este parón de 40 minutos, continuamos con nuestro descenso, del que ya no queda ni la mitad.
La progresión es sencilla, sin grandes dificultades, donde contrastan sencillos destrepes equipados innecesariamente, con resaltes que te piden un extra cuando ya no puedes dar ni la propina. Sin embargo, al margen del desnivel y su rápel inicial de 112 mts, se trata de un descenso donde la progresión es cómoda y segura. Para disfrutarlo de verdad, es mejor no poner el cronómetro en marcha y dejarse llevar por otro ritmo, el que marca nuestra cámara de fotos. Y algo que eché de menos fue comerme un bocata bien armado de embutido en cualquier rincón de aquel cañón (no será por piedras donde sentarse) para disfrutar de la tranquilidad del entorno, a la vez que nuestro paladar se inunda de sabores. Pero lo cierto es que teníamos prisa y finalmente, a las 13h llegábamos al parking, donde aquí sí, dimos cuenta de nuestro arsenal de tortillas, empanados, embutidos y quesos.
No voy a desvelar los detalles de lo que encontramos, puesto que sería como revelar los pasajes clave de una novela de misterio. Pero las penumbras de los estrechos, el vacío de los oscuros, la magia de los pulidos, el brillo del agua cristalina, la grandiosidad del entorno y, sobretodo, el hecho de ser un descenso diferente, son argumentos más que suficientes como para tener en cuenta a este gran cañón en una próxima aventura.
4 comentarios:
Nos ha quedado la duda de..... ¿qué pasó con la otra pareja?
Mira que jode hacer tantos kilómetros para un descenso tan especial como éste y que te lo fastidien (aunque sea poco) otro grupo.
La pareja apareció más tarde, cuando ya estábamos con los cafes. Como suponíamos, habían parado a comer. De todas formas, salvo por el parón de los 40 min, más que sufrir, disfrutamos de su compañía.
Ah, entonces bien. Parecía al leerlo que la situación era más de fastidio que de disfrute.
Saludos!
Una mas a añadir a la lista de descensos pendientes.!
Saludos!!
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