Martes, 1 de mayo de 2007
Sobre las 9:00 llegamos a la central de eléctrica, donde nos cambiamos y preparamos las mochilas. Las chaquetas de kayac nos sirven de improvisado chubasquero. A las 9:30 comenzamos a subir. La senda, bien marcada, comienza a los pies de la central y es la vía de acceso a unas paredes escuela. A los pocos minutos de iniciar la marcha, comienzan a caer las primeras lluvias. A medida que ganamos cota, aumentan las precipitaciones hasta dejarnos completamente calados. El agua nos chorrea por la cabeza y nuestros pantalones están completamente empapados. Pese a todo, ninguno dice nada y continuamos aproximándonos al barranco. Tras llegar a unos llanos, la senda se pierde en unas lomas donde nos espera un nuevo agente meteorológico: un fuerte viento que nos sopla de lado y que hace que las gotas de lluvia, ahora convertidas en aguanieve, nos golpeen con fuerza en toda la cara. Son los momentos más duros de toda la aproximación y esta vez sí, por nuestras cabezas planea la sombra de una retirada. Sin embargo, intuyendo ya el cauce del barranco, decidimos hacer un
último esfuerzo. Por fin llegamos a un torrente secundario el cual cruzamos para continuar hasta la cabecera de Torrente de Sacs. Son las 10:30 y ya no llueve. Las gotas de lluvia se han convertido en copos de nieve que caen sin parar. Superar la ventosa loma nos ha dejado helados, así que a toda prisa nos ponemos los neoprenos, lo cual nos reconforta en pocos minutos. Accedemos a la primera instalación y comenzamos el descenso, no sin antes hacer algún comentario del estilo “hay que estar gilipollas”.
Al inicio del descenso nos encontramos con un nevero que perdura tras las últimas nevadas y que sepulta temporalmente el torrente bajo un simpático tobogán.
Tras llegar a la confluencia de los dos torrentes, se inicia una sucesión continua de rápeles que con las precipitaciones que han caído, van con un alegre caudal. Vamos superando un rápel tras otro, sorprendidos por un torrente bien regado que nos ofrece espléndidas cascadas vestidas de agua y espuma. Las recepciones no son profundas y el caudal es asequible, pero divertido. Pese a las lluvias, las temperaturas son bajas y el caudal derivado de la fusión de las nieves se encuentra muy mermado, lo que equilibra la balanza. Por fin llegamos a los tramos finales de este barranco, caracterizados sobretodo por la longitud de los rápeles, donde casi todos superan los 20 metros. El más conflictivo de ellos es uno donde el agua canaliza a media altura en un chorro de agua a presión. El agua sale despedida hacia la derecha,
estampándose contra lapared de forma enérgica. Aunque no hay forma de esquivar la vena del agua, el caudal no llega a plantear ningún problema, por lo que con un poco de decisión conseguimos atravesar el endiablado chorro. La estampa es espectacular…
La nieve no ha parado de caer durante todo el descenso y el paisaje ha adquirido tonos blanquecinos, sobretodo en las pequeñas cumbres circundantes.
Son las 14 horas. Aunque pensamos que ha sido una locura acometer el descenso en estas condiciones, nos sonreímos pensando… “sana locura”.
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