Polainas, raquetas, crampones, cuerdas, arneses, tiendas, comida, piolets, infernillos… ¡Dios mío, cuanto trasto! La travesía por nieve que habíamos planeado para el puente de mayo se encontraba con la primera dificultad. ¿Dónde metemos todo esto?... Por lo menos eso pensábamos el jueves por la mañana, recién amanecidos de entre las literas del Albergue de San Nicolás de Bujaruelo donde habíamos llegado el día anterior tras una larga jornada de viaje (ya en sus inicios con algún contratiempo en “boxes”).
La comida la dosificamos al milímetro, contando cada sobre de azúcar, cada tarrina de mermelada e incluso cada infusión. Como de costumbre, abundantes polvos (ejem… no pensemos mal) y la comida desecada conformaban la dieta nocturna. Tediosos sandwichs de fiambres y barritas nos alimentaría durante el día. Como novedad, un poco de nocilla para alegrar y energizar el almuerzo matutino. Y es que la travesía se presentaba larga, larga, larga… tanto como los días que ya se pueden disfrutar en este mes de mayo. Como buenos compañeros nos repartimos el material y tras un poco de ingeniería mochilera, conseguimos amarrar todo a nuestras espaldas.
Sobre las 10:30 a.m. comenzamos la marcha hacia el Refugio de Sarradets, la primera estación de un itinerario de 4 días y 3 noches.
Nuestra idea originaria consistía en trazar una ruta circular que comenzaba en San Nicolás de Bujaruelo y partía hacía el Puerto de Gavarnie. Desde allí y por la vertiente Norte francesa alcanzaríamos el Refugio de Sarradets, donde haríamos la primera noche. Al día siguiente queríamos continuar la travesía hacia Goriz coronando el Taillón, Marboré, el Cilindro… e incluso el Monteperdido!! Pero ya se sabe que en estas aventuras, la nieve, el tiempo y el estado de cada uno condiciona cada paso que se da. Así que siendo conocedores de la zona, eramos conscientes de que la rura podía ser “flexible”, como así fue.
1ª Jornada: San Nicolás de Bujaruelo – Puerto de Gavarnie – Refugio de Sarradets.
Sin duda la jornada más larga de todas… y la más pesada. Con nuestra voluminosas mochilas a la espalda, comenzamos la ascensión siguiendo el barranco de Lapazosa. La senda comienza con fuerte pendiente la cual se suaviza un poco tras superar la zona boscosa y alcanzar el fondo del valle (tras la Cabaña de la Eléctrica). Las nevadas recientes han dejado rastro de aludes de
semanas anteriores. Continuamente observamos desde las laderas purgas de pequeñas dimensiones. El pronóstico es de “buen” tiempo, aunque ya se sabe que eso en la montaña es muy relativo. Se esperan altas temperaturas durante el día, por lo que la nieve blanda puede dilatar los horarios.
Al llegar al fondo del valle, decidimos enfundarnos las raquetas. Pronto nos damos cuenta de sus limitaciones, sobre todo en las laderas, por lo que avanzamos por el fondo, donde trabajan mejor.
Tras superar el último repecho llegamos al collado de Gavarnie, donde hacemos un parada para cambiar las raquetas por crampones, ya que la travesía que queda por la vertiente Norte será por ladera inclinada en su mayor parte. El tramo final hasta alcanzar el collado de Sarradets se hace interminable. Nos hundimos en la nieve hasta las caderas, lo que nos fatiga tremendamente. Son las 16:00 h y la nieve está realmente descompuesta, pero conseguimos llegamos al refugio, con más o menos esfuerzo. Se encuentra guardado en esta época del año pero
que tiene libre una habitación con literas. Allí nos encontramos con varios grupos de esquiadores españoles y franceses.
De pronto nos topamos con un problemilla… ¿y el agua?. Las tuberías están 2 metros bajo la nieve y no hay ningún sitio donde poder abastecernos, así que no tenemos más remedio que enchufar el hornillo y fundir nieve, tarea que nos lleva casi toda la tarde. Víctor, que ha acusado la travesía más de la cuenta, aprovecha para descansar en las literas… Tras cenar un caldo calentito y algo de pasta, sobre las 20:30 h, nos acostamos todos. Estamo reventados.
2ª Jornada: Refugio de Sarradets – Brecha de Rolan – Taillon – Gruta de Casterets – Refugio de Goriz
Por la mañana Víctor, que no se encuentra bien, decide volver con Begoña a San Nicolás de Bujaruelo. Allí le confirmarían que los males que padece son debidos a una insolación. Nada grave, pero lo suficiente como para dejarte fuera de combate.
Jero y yo decidimos continuar con nuestros planes. Tras
redistribuir un poco el material y ajustar (todavía más si cabe) las raciones, emprendemos la marcha hacia la Brecha de Roland, la cual ya conocemos bastante bien. Allí abandonamos nuestras mochilas para hacer una “rápida” incursión al Taillón y de esta manera marcarnos el “tresmil” del día. La ladera Sur acusa los primeros rayos de sol, los cuales inciden sobre los enormes carámbanos que asoman desde lo alto de las cornisas, provocando su desprendimiento inesperado. Para no ser la diana de estos dardos helados, vamos siguiendo las huellas que se encuentran
más alejadas de las paredes. Por el camino nos encontramos con el “Dedo”, un espolón rocoso muy particular que hay que bordear por su cara norte. Desde aquí, seguimos la marcada arista nevada que alcanza el “lomo” del Taillon. Acompañados de un fuerte viento, conseguimos hacer cumbre sobre las 10:30 h. Lo que parecía un paseo ha sido una ascensión más dura de lo que pensábamos, pero los horarios siguen siendo buenos.
Al regresar a la Brecha, recuperamos las pesadas mochilas y decidimo continuar bajo el murallón de Marboré, siguiendo la ruta planeada. Al llegar al paso de los Sarrios, las cadenas se encuentran sepultadas bajo la nieve, así que haciendo uso del piolet conseguimos sortear el expuesto paso. Hacemos una parada bajo unas chorreras, a los pies del Casco Marboré, donde llenamos nuestra botellas (por fin!!). Al echar la vista a la
Torre, vemos como el corredor que lleva al Collado de la Cascada se ha convertido en una pala de fuerte pendiente. El día, que ya amenaza con altas temperaturas, nos obliga a cambiar de planes… el Sol es demasiado amigo de los aludes y la nieve descompuesta. Decidimos “acortar” yendo directamente a Goriz, cogiendo la directa hacia la Grura de Casterets, bordeando el Pico Anónimo (un poco chungo el nombre) por su ladera Occidental hasta alcanzar tras un pequeño repecho, la entrada a la cavidad. ¿quereis saber lo que hay dentro? Sssshhhhhttt… es un secreto.
Tras visitar la Gruta, bajamos hasta el Collado del Descargador. Desde aquí, hay que tomar la incorporación por la “Autovía de Millaris” dirección Goriz (o por lo menos, eso parecía al encontrarnos con un carril de 5 metros de anchura lleno de huellas de raquetas). Por no desentonar, nos calzamos nuestras raquetas y continuamos la ruta por el Llano de Millaris y la Faja Luenga hasta
divisar el Refugio (17:00 h, más o menos).
Allí nos confirman que hay camas libres, pero tras el efuerzo de llevar la tienda con nosotros, nuestro orgullo nos obliga a dormir aunque sea una noche, bajo el techo estrellado de Ordesa. De paso, “testeamos” la nueva tienda adquirida por del Club.
La noche la pasamos… como pudimos. Por la mañana lo teníamos claro “esta noche dormimos en el Refugio”.
3ª Jornada: Goriz – Cilindro de Marboré – Goriz
Este día decidimos atacar otro de los “tresmiles” más emblemáticos de Ordesa, el Cilindro. Aunque lo normal es subir al Perdido, siguiendo la romería de gente que sube desde Goriz, optamos por una ascensión más solitaria, pero sin ninguna duda, más bella y entretenida, aunque también un poco más técnica ya que implica llevar equipo de verticales y cuerda.
Tras ser los últimos en desayunar (para no romper la tónica), emprendemos la marcha hacia el Lago Helado, donde se dividen las rutas que suben al Perdido y al Cilindro. No hace falta ni mirar el mapa. Un carril como la A-7 de ancho lleno de pisadas nos dan una “ligera” idea de por donde se sube… El día de ayer nos dejó la cara abrasada, así que yo me adelanto un poco en busca de dos montañeros rezagados que seguramente llevan lo que deberíamos llevar nosotros: crema protectora. Muy amablemente nos dan un poquito de loción, lo cual nos permite continuar la ascensión un
poco más protegidos.
Llegados al Lago Helado (que ni se ve el lago ni na, na más que nieve), nos dirigimos hacial el amplio corredor que con fuerte pendiente asceinde por la vertiente Sur del Clindro. Aunque la nieve está muy blanda debido a la orientación del canal, las huellas que nos anteceden nos permiten realizar una tranquila ascensión entre la nieve descompuesta. Somos los primeros en subir ese día (bueno, mejor dicho casi los únicos), aunque nos sigue una pareja
que viene del Perdido. Llegados a la chimenea, vemos que la parte por la que normalmente se baja tiene equipada una cuerda en fijo, de unos 7 mm. así que decidimos subir por allí y asegurarnos con bloqueadores. Se trata de una trepada no muy complicada, por lo que la superamos sin mayores problemas. Desde allí, alcanzamos en unos minutos el Pitón Sur del Cilindro, desde donde por fin se puede contemplar la cumbre, la cual alcanzamos tras unos minutos de ascensión por terreno mixto a las 12:30 h.
La vista desde la cima es espectacular, magnificada por los colores de un día soleado, donde la vista alcanza hasta los picos más lejanos del pirineo. La panorámica de Monte Perdido es perfecta. Podemos ver como los últimos montañeros coronan la cumbre, mientras los más madrugadores descienden por la Escupidera. Es hora de regresar al refugio. Nos sigue la pareja, a la que dejamos nuestra cuerda para que bajen la chimenea.
Pese a que la nieve se ha convertido en agualimón, hacemos uso de
la técnica del “toboganing” para agilizar el descenso… aunque alguno terminara con el culete en remojo.
Por la noche toca cena, aunque hay un problema. Sólo tenemos 65 €, lo cual cubre en teoría la pensión completa de los dos. Pero claro… sin vino. Así que tras consensuarlo, decidimos por unanimidad renunciar a los desayunos a cambio de una botella de peleón vino montañes (viñas de Goriz por lo menos). Acertada decisión…
Para comer, delicias de fiambres a la plancha, gratinadas al queso, con migas de pan bimbo tostado. Para picar, cata de Serrano a la fina loncha. Todo un lujo para el paladar.
Ya por la noche, con la mesa puesta, disfrutamos de una buena cena, y de la co
mpañía de una simpática pareja Guipuzcoana.
Para dormir nos tocó la “suit” del refugio, ya que creo que es la única con vistas (a unos 3 metros de altura)… un lujazo.
4ª Jornada: Refugio de Goriz – Praderas de Ordesa
El domingo bien temprano (aunque para variar, los últimos), recogimos to
do material y nos encaminamos por el circo de Soaso hacias las praderas de Ordesa, disfrutando de un magnífico día y de una valle que con las abundantes aguas de deshielo vestía el Arazas con un sobervio caudal y con un murmullo refrescante. Por el camino nos cruzábamos con rezagados montañeros, madrugadores senderistas… y a medida que baja la cota, van desfilando nuevas especies: aguerridos pensionistas, familias numerosas, amigos del botellón y domingueros varios. En poco más de 3 horas, alcanzábamos el coche, rumbo a Valencia… con el Cilindro y el Taillon en la mochila.