Fuimos madurando la idea y complementamos el descenso con el Barranco de Cebollar y el Salto de Carpín.
Tras el video del Trumelbach, mucha gente nos animamos a introducirnos en el mundo del barranquismo invernal, con lo que a esta salida se apuntó gente de otros clubs e incluso de otras provincias.
Mónica, Quico, Jesus Maria, Victor, Diego, Mario y Jero. |
Nuestro centro de operaciones lo ubicamos en el pueblo de Sarvisé, junto a Broto. El sábado nos levantamos pronto y tras desayunar y ver los grados que hacía (7º bajo cero) nos fuimos al valle de Bujaruelo. Para nuestra sorpresa, no había nada de nieve, nada de hielo. Los Navarros no tenía ningún carámbano, estaba como en verano. Menos mal que cuando nos acercamos a ver el salto de Carpín, la cascada estaba helada. Aquí nos separamos en dos grupos, unos a descender el barranco de Cebollar y Carpín y otra gente se fué a la torrentera de .......
En la aproximación seguíamos sin ver ni hielo ni nieve. Al llegar al cauce del cañón nuestra visión cambió.
Todo el cauce estaba congelado, había formaciones, cascadas heladas, marmitas de hielo... estaba precioso. Tras vestirnos y ponernos los crampones fuimos descendiendo el barranco. Todo se desarrollo sin complicaciones, sólo teníamos que disfrutar de la actividad y preocuparnos del estado de nuestros pies congelados por el agua.
Por fin llegamos al Salto de Carpín. Impresionantes vistas como siempre. Aquí si que tuvimos alguna complicación con la velocidad en la bajada de la gran vertical ya que sin mosquetón de freno o vertaco bajabas a una velocidad casi incontrolable y con mosquetón de freno o vertaco no corría nada la cuerda. Es lo que tiene que la cuerda se congele.
Parece mentira pero aun le quedan más de 60m para llegar a la base de la cascada. |
Una vez abajo y en los coches, fué una tarea difícil quitarse los crampones, mosquetones y mallón ventral pues estaban congelados y solidificados (las roscas).
Nos acercamos al albergue de Bujaruelo a esperar al otro grupo y, de ahí, a la casa a calentarnos un poco.
Pasamos la tarde entre risas, comida y algún que otro licor. Por la noche, decidimos descender el barranco de Sía que estaba cerca y era factible para hacerlo invernal.
A la mañana siguiente, nos pusimos en marcha contentos por el frío que hacía (10 bajo cero). A medida que transcurría la mañana el tiempo empezó a cambiar y subió la temperatura de forma exagerada. Mientras nos acercábamos a la cabecera del Sía, vimos como el hielo estaba cada vez más suelto y menos apto para el descenso.
Una vez en cabecera, pensamos en bajar una parte y salirnos más abajo en caso de que no estuviese en las condiciones adecuadas. Eso hicimos. Fuimos bajando y dándonos cuenta que el descenso se estaba poniendo muy peligroso por las posibles caídas de carámbanos, desprendimientos de hielo...
Nos salimos en el punto previsto y nos volvimos a Valencia."
Equipo Tracalet. |
Redacción: Diego Caballero.
Fotografía: Diego Caballero.
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