domingo, 20 de noviembre de 2011

Travesía Valporquero

Por fin, el deseado día. Desde Meliana (Valencia) a Valporquero de Torío (León) se dicen pronto 770 km y 9 horas de trayecto y yo con unos nervios horribles por el “Estrecho”

Llegamos al refugio “El Chalten de Vegacervera”, los únicos ocupantes, los dueños habían tenido la amabilidad de abrirlo para nosotros, una mini división del Tracalet.

7º grados estupendos de temperatura, me seguía preguntando qué hacía ahí, si había sido por orgullo o porque realmente quería ir. Bueno, ya que estaba había que bajarla.

Esa noche los componentes de la mini división no durmieron nada, Miguel Ángel, Javi, Vicent, Manu y yo (Vanesa) bajamos veinte veces como mínimo la Cueva en sueños y yo me había ahogado y atorado más de una vez.

Las 4 de la mañana en nada se hicieron, y tras un breve desayuno nos encaminamos hacia el mirador desde donde cogeríamos una senda que cresteaba para llegar a la entrada de la cueva  por la Sil de Perlas (el día anterior una avanzadilla no la encontró, pero esa mañana tuvimos suerte y logramos encontrarla a la primera). Ahí estaba esa Reja, y un pozo profundo y acojonante.

Procedimos a instalar, el primer rappel no tenía dificultad, casi casi se podía destrepar, oh si! Que fácil, cuánto miedo para nada! Jajajaja, ah no, ilusa!

El segundo rappel a oscuras, de 30 metros, con una impresionante formación a la derecha desde el techo (estalagtita) y otra desde el suelo (estalagmita que parecía un muro de lo ancha que era) tenía su dificultad. Con la confusión de la oscuridad podías colarte en un pozo ciego donde la cuerda no llegaba al suelo y caer, como el accidente acaecido semanas atrás a una pareja. Empiezo a bajar, por supuesto con los ojos cerrados, el pánico se adueña de mí y oigo una voz en la penumbra de Javi que me dice: por ahí nooooo! Casi me cuelo, tonta! Mala idea bajar con los ojos cerrados. Ya, ya llego al suelo, empiezo a respirar. Abro los ojos, me quito el ocho y admiro con la mínima luz que abre cerco en la oscuridad: Impresionante una catedral de piedra labrada a fuego lento, qué increíbles formaciones, qué coladas! Asciendo por un pasamanos con el puño (no vaya a ser que me resbale que no veo fondo) y espero al resto de compañeros.

Mis nervios no decrecen al revés, voy acercándome al Estrecho. Bajan mis compañeros, todos ellos aguerridos montañeros, sin un ápice de miedo ni duda en sus ojos.

Pasamos por un estrecho precioso pero embarrado, y arrastrándome llego a una cornisa, ahí está, mi Pesadilla, concentrada en 40 cm de diámetro. Baja un compañero, al que le entrego mi saca y procedo a intentar  resbalar por el túnel. Ey! Sorpresa! Quepo de sobra! Jajaja y me permito hasta bromear! Jajaja que bueno! Oh si! Ya llegué al fondo, esto está chupado.

El siguiente rappel, una pared inclinada de 15 metros aproximadamente preciosa, me da tiempo a ir asimilando lo que sucede, me cachis! Otro estrecho, pero no es el Estrecho! Me resbalo y me golpeo en un costado, la adrenalina me pasa factura y no pienso con claridad, desde abajo se oye retumbar la piedra con la fuerza del agua, me da miedito, qué voy a encontrarme? Le pido a Vicent que me sujete la cuerda al pensar que había una cascada, y que yo iba a tragar más agua que una tonta. Bah, qué tontería! Si es un riachuelo, se oye porque corre el agua por la inclinación y  porque las paredes amplifican! Si es que tengo que controlarme más! Les insinúo que me esperaba más (vamos mi comentario: es una birria) y me dicen calla que cada vez que dices birria se nos complica!

Seguimos con destrepes, algunos fáciles otros un poco más complicados en los que necesitaba hasta los dientes para anclarme y llegamos a una zona del río más amplia donde Vicent y su maravilloso cerebro pensante, saca un termo con sopita caliente! (por cierto, Manu la tiene más larga, me refería al alcance de los frontales, es lo que tiene el aburrimiento y que la condensación de agua es del 99% y apenas nos deja distinguir formaciones en un techo a más de 30 metros de altura)

Llegamos a las escaleras electrón, complicado para los torpes, es decir, para mi,  y más si te tira la saca hacia abajo. Subimos y nos encontramos una M, que bonita!  Un paso precioso que se suponía sifonado pero apenas tenía barro. Continuamos, y se abre la bocacha de la cueva, dios mío, te luciste! Increíble un paisaje digno de las mejores postales a una temperatura más baja que si la observáramos desde casa.
  
Nos quedan los tres rapples, decidimos por el frío, excepto Manu que pertenece a los Cachas, bajar por la pared de la derecha, y así, lo hacemos 30, 50 y 30 metros aproximadamente.

Uys qué veo! Un cable suspendido en un río amplio y rápido. Habrá que pasarlo haciendo tirolina. Tonta novata, pago el precio de ponerme la vaga corta con el mosquetón de acero, pero que aún es demasiado larga y me cuesta horrores pasar ya que me tengo que aupar, a mitad de camino me quedo colgando como un jamón y mediante un esfuerzo supremo llego hasta donde está Javi (el primer atrevido) que me echa una mano. Luego me siento sobre el cable dándole más inclinación e intentando favorecer a mis compañeros.

Mucho frío, llegamos a los coches y nos cambiamos, y cómo tan importante es divertirse como nutrirse nos vamos a un bar familiar de Vegacervera a por una sopita y a por algo sólido.

Os recomiendo que vayáis no sólo a hacerla desde la Sil de Perlas si no también la zona turística iluminada, prepara, apoteósica e increíble atendida por un personal fabuloso y prácticamente adaptada para todas las personas e incluso con discapacidad.

Redacción y fotografía: Ariadna

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