Alrededor de las 8:30 nos reunimos en Dos Aguas un pequeño equipo del Tracalet compuesto por Ingrid, Jorge y yo (Roberto). Nos tomarnos el café de rigor y rápidamente salimos hacia nuestro primer objetivo del día, la vía ferrata, con su posterior barranco, el cual sirve nos de retorno.
Cogemos el coche y nos vamos hasta el parking, que no queda lejos del pueblo. Nos pertrechamos con todos los aparejos necesarios y una vez listos vamos a buscar el inicio de la ferrata.
La aproximación es corta pero intensa, hay que volver unos metros por la pista por la que hemos llegado y subir un camino poco claro y con mucha piedra suelta.
Por fin llegamos al inicio. Como todos sabíamos, ya que ninguno la hacía por primera vez, la instalación de esta ferrata deja mucho que desear.
El grosor del material utilizado es mucho menos del que estamos acostumbrados. Hay bastantes peldaños doblados por el peso de la gente y el cable de vida en algunos tramos está unido a una cuerda para reforzarlo, incluso en algún punto, poco delicado eso sí, sólo está la cuerda. Como todo esto no nos asusta, aunque quizá debería, empezamos la subida, pasando el primer tramo vertical sin ninguna dificultad.
Llegamos al puente tibetano y cada uno lo pasa a su estilo, unos rápidamente, otros con un tembleque de alucine y hay quien se entretiene sacando mil fotos e incluso nos sorprende haciendo algún tramo hacia atrás.
Subimos un poco más y pasamos un tramo algo más horizontal, en el que el cable de acero se ha sustituido por cuerda.
Seguidamente comenzamos el tramo más largo y vertical de la vía en el que nos ponemos a prueba físicamente, ya que por lo menos yo, no me quiero anclar para descansar en ningún escalón, porque no me acabo de fiar de ninguno.
Al llegar arriba aún nos queda un pequeño tramo que no está equipado con cable, pero sí que hay parabolts para asegurar.
Terminamos la ferrata y tomamos la senda que nos lleva hacia el pequeño barranco que nos ha de servir de retorno. Más que barranco es una canal, la vamos descendiendo a veces por senda, a veces destrepando hasta que llegamos a los primeros rápeles, dos rápeles encadenados de 14 y 19 metros que se pueden unir en uno de 33.
Seguimos bajando hasta encontrar otro rápel de 20 metros que nos deja ya muy cerca del coche.
Redacción: Roberto
Después de acabar la primera actividad llegamos al pueblo de Millares y tomamos el camino que lleva a la parte alta del Castillo. Descendimos por una senda hasta unos resaltes que llegan al cauce. Llegamos sobre las 14:00 para realizar este descenso acuático.
El barranco de carácter abierto al principio con mucha vegetación en las que se encontraban diversas higueras que desprendían un olor agradable y tan característico.
Luego el barranco se engorga es una de las zonas mas bonitas y mas con el agua fluyendo constantemente por el cauce.
El número total de rápeles fueron 8, todos muy bonitos y el ultimo espectacular de 60 metros en el que habían dudas sobre la instalación de este, pero después de que el organizador se informara, no hubieron dudas y en la misma cabecera de este se observó que la instalación era perfecta y su información veraz al 100%.
Después del descenso estuvimos uno minutos recreándonos de semejante vista la cascada de 60 metros que parecía de cualquier parte del mundo por su belleza.
Después nos tocó el retorno que salía por la derecha del cauce. Tuvimos que subir durante 40 minuto por una fuerte pedrera a buscar un camino que llevaba al pueblo, que encontramos enseguida, una vez llegando al pueblo tomamos unos higos regalados por unos lugareños y después nos fuimos al bar del pueblo a tomar algo de beber y no precisamente agua.
Redacción: Jorge
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