Para este fin de semana teníamos previsto reunirnos con nuestros amigos del Flash, con el objetivo de realizar una actividad de espeleología en Cuenca y para hablar sobre la próxima campaña en Bejes. La meteorología no nos acompañó y al estar pronosticado muy mal tiempo para este fin de semana, se canceló esta actividad, pero como la gente tenía ganas de espeleo, en su lugar fuimos a visitar dos simas muy próximas entre sí, la del Cabezo y la del Cabezo Royo.
Quedamos a las 8 de la mañana, hacía un viento frío horrible, lo que confirmaba que cancelar lo de Cuenca fue muy buena idea. Debido a que estuvimos esperando en la calle a algunos rezagados, nos helamos pero bien y algunos ya no nos calentamos en todo el día. Cuando por fin estuvimos todos, salimos en dos coches hacia Argelita. La expedición la formamos Carlos Salsa, Carles, Arturo, Pimpollo, Salva, Alberto Llavata, Raimon y yo (Roberto).
Lo primero fue ir al bar La Calma en Argelita, donde disfrutamos de un buen almuerzo. Mientras comíamos decidimos cómo iban a ser los dos grupos en los que nos dividiríamos para visitar estas dos cavidades. Raimon, Pimpollo, Salva y Carles serían el equipo que harían la Cabezo Royo y Carlos Salsa, Arturo, Alberto Llavata y yo, iríamos a la Cabezo.
Cuando salimos del bar estaba lloviendo, aunque no muy fuerte. Nos fuimos en los coches hacia el aparcamiento de la Cabezo Royo, que queda algo más próxima. Cuando ganamos altura, la lluvia se volvió agua nieve. Al llegar a este primer parquin paramos y empezamos a dividir el material. El tiempo que nos costó, se hizo horrible debido al viento frío que soplaba. Una vez el material dividido, el equipo que íbamos a la Cabezo cogimos el coche para enseguida llegar al parquin de la sima. Otra vez a bajar del coche, pero esta vez para cambiarse, ponerse el mono y demás muy incómodos por el frío. Cuando por fin estábamos listos, guiados por mi GPS enseguida encontramos la cavidad, ya que está muy cerca del coche.
Comienza instalando Arturo, un pasamanos de acceso y el primer pozo completo, de unos ochenta metros.
Una vez ya todos en el resguardo de la sima hacemos un recuento con más calma de las cuerdas que llevábamos y nos damos cuenta de que con el frío y las prisas, habíamos entendido mal la ficha técnica. Este fallo hizo que bajásemos este primer pozo con cuarenta o cincuenta metros de cuerda de más, aunque como somos tíos fuertes, no fue mayor problema.
El siguiente pozo tiene unos 24 metros, que se hacen eternos debido a su estrechez. Alberto Llavata se puso en cabeza y después de maldecir un rato por lo incómodo que era, lo dejó todo instalado. A partir de aquí ya me toca a mí instalar. Bajamos otro pozo de unos metros que nos deja a las puertas del laminador. Teníamos el laminador en nuestras narices y sin embargo no había manera de encontrarlo. Encontré spits en varios sitios y aunque según la topo no me cuadraban, casi bajo a comprobarlo. Menos mal que después de un rato de dudas, Arturo nos abre los ojos indicándonos donde estaba. Buuuf, si es un toro...
Después de pasar el laminador, instalé un pozo de nueve metros el cual, no lo bajamos hasta el final para poder acceder al último, de unos 11 metros. Este último pozo estoy convencido de que lo bajamos, pero destrepando, ya que no hubo manera de encontrar los espits.
Una vez aquí emprendemos la salida. Yo desinstalé lo que había instalado, Arturo el pozo estrecho de 24 metros y Carlos Salsa el resto de la sima. Una vez fuera nos encontramos con el equipo de la Cabezo Royo esperándonos. Todos al coche corriendo para no helarnos y para casa con los deberes hechos.
Redacción: Roberto
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