El Mascún
El Mascún se hizo de esperar pero mereció la pena y es que este barranco es uno de estos barrancos que nunca decepciona pese a ser un barranco de una exigencia física considerable por su larga aproximación y longitud.
La jornada empezó muy pronto y empezamos a andar a las 06.45 porque queríamos evitar aglomeraciones de gente además de posibles lluvias previstas por la tarde. La aproximación a pesar de ser larga, no se nos hizo excesivamente dura pues sólo hubo media hora de subida real y compensó con el paisaje y las vistas.
Pronto nos dimos cuenta que todo esfuerzo, merecía la pena, y es que allí estaba el conocido Salto de las Lañas esperándonos, un salto de unos 7 metros aproximados que nos quitó los calores acumulados y nos permitía adentrarnos por el barranco.
Tras discurrir por continuos rapeles y saltos, llegamos a una zona más umbría con una cueva que no ofrece desperdicio.
Seguimos caminando y poco a poco el barranco se va abriendo dando lugar a varias playas de sol, que invitan a hacer una pausa, y reponer fuerzas, y ya en su parte final nos encontramos con un caos breve pero intenso.
La Portiacha.
El segundo día, debido a la vuelta a Valencia, decidimos tomárnoslo con más calma y optamos por un barranco seco.
Este barranco es breve pero intenso, la aproximación es inmediata y los paisajes espectaculares así que la valoración fue muy positiva.
Tras aparcar el coche en el parking de la Portiacha, cogemos un camino y en menos de 3 minutos ya nos estamos asomando al "abismo" del primer rápel, un volado de unos 26 metros.
De inmediato llegamos al segundo rápel, son 8 metros pero la joya de la corona está por llegar y es entonces cuando descendemos por un espectacular rápel, un volado por una bóveda policroma de 30 metros.
El barranco se acaba pero las vistas no, y el retorno se hace precioso recorriendo el cauce del Río Vero y llegando a un pintoresco molino y posteriormente a un puente.
Redacción: Carmina
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