Domingo soleado y madrugón, toca barranquear y en este caso el elegido es el Barranco del Río Juanes.
8:15 en la gasolinera de Museros han quedado Andrés, Anna (en adelante Bayarri) y Soro para salir hacia Buñol, donde se encontrarán con el resto del personal, Roberto, Sevi, Jose Dolz, Silvia e Irish.
8:45, nos juntamos todos/as en la gasolinera de la entrada de Buñol, café y algo de comer mientras se prepara la distribución de material en los coches para hacer la combinación.
Partimos hacia el aparcamiento del barranco, atravesando el pueblo no sin antes paralizar el tráfico del municipio para comprar el preciado “pan de pueblo”. Proseguimos y realizamos la combinación de coches.
Aparcamos los coches, cogemos mochilas y empezamos la aproximación. En pocos minutos encontramos la cabecera del barranco y toca ponerse el neopreno con algo de dificultad debido al calor que hace.
Todo el mundo listo y lo primero que nos espera es un salto a la primera poza para refrescar, nos recreamos un poco ya que el caudal de la poza lo permitía y de paso practicábamos los saltos.
Como pececillos continuamos por el agua hasta dar con el primer rapel encajonado que le da cierto encanto, preludio del siguiente rapel con el que disfrutamos descendiendo a una bonita zona de baño conocida como la Cueva de las Palomas.
Después de este regalo para la vista nos toca caminar hasta encontrar el siguiente rapel, esta vez seco y con alguna rama con la que poder rozarse más de lo que una quiere, a partir de aquí nos adentramos en zona de charcas, juncos secos y zarzas que dificultaban el paso.
Una vez pasado este tramo pasamos por una cueva que nos devuelve la vista amable de este barranco.
Una vez pasado este tramo pasamos por una cueva que nos devuelve la vista amable de este barranco.
Proseguimos y llegamos a un punto donde un simpático perro nos recibe nadando por el agua, tras pasar por un paso encajonando dentro de la roca.
Un poco más adelante parte del grupo (Sevi, Dolz, Andrés y Soro) optan por saltar a la siguiente poza, alguno que otro se lo pensó más de la cuenta y grito más de la cuenta.
Mientras, Silvia, Bayarri, Roberto y yo rapelamos por una pequeña cascada de agua hasta adentrarnos dentro de ella y dar a una pequeña cavidad, una especie de pequeña sala digna de contemplar que daba a la misma poza.
Continuamos hasta el siguiente rapel, donde la instalación nos evita la caída del agua que queda a nuestra izquierda mientras que el siguiente rapel con agua nos ayuda a refrescarnos.
Estamos llegando al final y divisamos desde las alturas el lago de la Cueva del Turche, zona frecuentada de baño donde tuvimos bastantes espectadores/as.
Este último rápel es la guinda del pastel de este barranco, 35 metros de bajada siendo los últimos 10 metros volados lo que lo hace más divertido para concluir en un lago lleno de turistas a los que amenizamos por un rato y nos despidieron con aplausos.
Tras el barranco se improvisó una comida en el pueblo donde reponer fuerzas y “arreglar” un poco el mundo. Sin duda un día divertido, en un entorno cerquita de casa y dotado de gran belleza.
Redacción: Irish
0 comentarios:
Publicar un comentario