En
esta ocasión nos esperaba una jornada muy dura de barranquismo, en
la que participamos Andrés, Loli y yo (Roberto). Eran las seis de la
mañana, cuando con los frontales puestos, comenzamos la
aproximación.
En
poco más de dos horas llegamos al despoblado de Nasarre, muy
cerca de este comienza el Picarizas.
El
barranco de Picarizas es de coleccionista total, apenas está
formado, es seco y se encuentra con algo de maleza en su cauce. Los
únicos rápeles que hay están en su final y te dejan directamente
en el cauce del Gorgas Negras. De todas formas es una buena opción
para que los que ya hayan hecho el Gorgas Negras, conozcan una más
de sus posibles entradas.
Una
vez ya en el cauce del Gorgas Negras, nos enfundamos los neoprenos y
empezamos a recorrer sus largos pasillos de paredes altas, con sus
muchísimas pozas. En la primera mitad del barranco, debido a su
orientación, el sol apenas entra en el cauce y al estar a finales de
septiembre, pasamos algo de frío.
Después
de la gran curva que hace el barranco, de unos noventa grados hacia
la izquierda orográfica, el sol ya nos da de lleno, así que a
partir de ahí incluso pasamos calor. El barranco se hace duro,
porque hay pocos momentos de descanso, hay muy pocos rápeles y no se
para de andar y nadar en casi ningún momento.
En
unas cuatro horas y media llegamos a una zona muy abierta del cañón,
donde se da por terminado el descenso. En esta zona aprovechamos para
parar un poco y comer algo más contundente que las barritas que
vamos consumiendo sobre la marcha. Todavía nos queda el descenso del
Barrasil, así que después de reponer fuerzas reemprendemos la
marcha.
El
Barrasil por si solo no tiene gran interés deportivo, pero puede que
sea la mejor opción para hacer el retorno del Gorgas Negras. No
tiene ningún rápel y excepto la zona final, es bastante ancho. Se
trata de atravesar badinas y algún caos de bloques. Nosotros, cuando
llegamos al “ajuntadero” remontamos por el Mascún hasta el
puente Coda o de las Cabras.
Desde
este puente tomamos una senda, que por la parte izquierda orográfica,
remonta el Mascún hasta el pueblo de Rodellar.
Ya
en el pueblo damos por concluida una actividad exigente, no por
técnica, ya que había poca agua, si no por física, porque nos
costó un total de 12 horas.
Redacción: Roberto
Fotografías: Roberto y Andrés
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