Para este sábado pasado Andrés propuso descender nuestros clásicos y queridos Otonel y Nacimiento, así que para allá que fuimos Jordi, Silvia, Sonia, Andrés y yo (Javi Masca). Quedamos a las 9.00 en la gasolinera de la A3 y sin perder más tiempo salimos hacia Dos Aguas, donde a las 10.00 habíamos quedado con Jordi.
Primero descenderíamos Otonel, después Nacimiento. Yo me esperaba en Otonel un caudal un poco más elevado, ya que éste era medio - bajo para la época del año en la que estamos.Aun así el descenso es bastante disfrutón, pues cierto es que el Otonel, igual que Nacimiento, nunca defrauda, y esta vez tampoco iba a ser menos.
Llegamos al “parquing”, donde ya había un pequeño grupo de barranquistas de Tarragona que también quería hacer ambos descensos, pero sin entretenernos, y tras una breve conversación con éstos, nos cambiamos, cogimos los trastos y salimos, “pechada” para arriba, antes que ellos. Iniciamos el descenso en el tramo medio, y descendímos también el inferior, dejando para otra ocasión el tramo superior, que suponíamos que iba seco.
Instalo la primera reunión, y rapelamos el tobogán del segundo rápel que Andrés instala, recuperando la cuerda, que se había quedado enganchada en un saliente de roca, con la “maña” también de Andrés.
Bajamos el largo rápel de 60 m., instalado por Jordi, sin problemas, primero Andrés, luego Jordi, Sonia, Silvia, y me quedo yo el último. Esta vez recuperamos la cuerda sin dificultad.
Aquí instalo yo el rápel siguiente y baja primero Andrés para instalar el último. Para ganar tiempo decidimos retornar a los coches por el “atajo”, sin pasar por el túnel. Una vez arriba en la carretera, comemos un bocado, y sin quitarnos el neopreno nos subimos a los coches para ir hasta Millares.
En Millares dejamos ambos coches en la “granja”. No había ningún otro coche, por lo que entendimos, de forma errónea, que no había nadie descendiendo el barranco. Silvia decide no hacer este segundo descenso, así que nos esperaría en el pueblo.
Nacimiento llevaba más caudal que Otonel, más o menos, el que nos esperábamos. Descendemos todos los rápeles, uno tras otro, sin dificultades, salvo en el último, en el que Andrés, que baja primero el penúltimo rápel para instalar la cascada final, se tropieza con un grupo en la reunión. Nos informa de la presencia de los barranquistas, y decidimos quedarnos en la reunión del rápel que precede a la cascada, hasta que Andrés nos de la señal para continuar. La espera se hace un pelín larga, así que aprovecho y me pongo a poner en práctica alguna maniobra de cuerda que ya tenía un tanto olvidada… y trato de tranquilizar a Sonia, que estaba un poco inquieta ante el largo rápel que nos esperaba de la última cascada, sin saber que el que iba a estar a punto de liarla era yo!!!
Bajamos el largo rápel de 60 m., instalado por Jordi, sin problemas, primero Andrés, luego Jordi, Sonia, Silvia, y me quedo yo el último. Esta vez recuperamos la cuerda sin dificultad.
Aquí instalo yo el rápel siguiente y baja primero Andrés para instalar el último. Para ganar tiempo decidimos retornar a los coches por el “atajo”, sin pasar por el túnel. Una vez arriba en la carretera, comemos un bocado, y sin quitarnos el neopreno nos subimos a los coches para ir hasta Millares.
En Millares dejamos ambos coches en la “granja”. No había ningún otro coche, por lo que entendimos, de forma errónea, que no había nadie descendiendo el barranco. Silvia decide no hacer este segundo descenso, así que nos esperaría en el pueblo.
Andrés nos da la señal y vamos bajando a la reunión del último rápel. Yo me quedo el último, desciendo también y recupero la cuerda. En la cascada, instala Andrés, y antes de bajar, me da instrucciones para que me quede yo el último y descienda con las cuerdas para recuperar, ensacadas. Baja primero Andrés solucionando los posibles enganchones de la cuerda, extendiéndola verticalmente en toda su longitud para facilitar el rápel a los demás. Después baja Jordi, quedando en reunión Sonia y yo, a la que sigo tranquilizando para que tenga confianza y disfrute del descenso. Mientras desciende Sonia, voy adelantando faena: acabo de ensacar bien las cuerdas para evitar enredos en mitad del rápel, y realizo los nudos de empalme entre ambas cuerdas y con el extremo libre de la cuerda de rápel. Espero, noto la pérdida de tensión en la cuerda y a continuación oigo los pitidos finales que me confirman el final del descenso de Sonia. Me preparo para salir: coloco las pesadas sacas colgadas del arnés, una a cada lado, a la altura de la cintura, saco unos metros de cuerda libre de la saca dejando que cuelguen hacia abajo (con esto último meto la pata), me quito los cabos y empiezo a bajar. A los 4 o 5 m. de reunión, noto que me está costando mucho, demasiado, pasar la cuerda de rápel por el descensor. Me paro, miro bajo de la saca izquierda y veo que tengo un pequeño enredo más abajo de la mano, justo debajo de la saca, entre la cuerda de rápel y el tramo de cuerda libre que antes de iniciar el descenso había dejado caer. Mierda. Pequeño enredo, pero suficiente para tenerme colgado más de 6 o 7 minutos, a más de 60 m. de la recepción. Apenas me cae agua encima, así que consigo pasar la suficiente cuerda por el enredo para bloquear el piraña y me descuelgo la saca izquierda para tratar de deshacer el enredo. Tras varios intentos y volteos de la saca, no lo consigo. Empezaba a estar un poco incómodo, y también intranquilo, no era plan de seguir más tiempo ahí colgado: decido sacar toda la cuerda de la saca izquierda, deshaciendo primero el nudo de empalme de esta cuerda con la de la saca derecha, y así, con la cuerda plegada en las manos consigo deshacer el enredo, y lanzo la cuerda al vacío para seguir bajando sin que ésta me vuelva a entorpecer el descenso, y más abajo, en mejores condiciones, ya vería de volver a empalmar la cuerda, si se podía, pensé, porque lógicamente ahora la cuerda libre no iba a llegar a la recepción.
Pensé en la “cueva” que hay a mitad de descenso. Aquí volvería a parar, cómodamente recuperaría el cabo suelto de la cuerda libre y volvería a empalmarla con la cuerda de la saca derecha. Y así resolví el tema. Con el cabo de anclaje mosquetoneé la cuerda libre que colgaba de reunión, para poder recuperarla desde la “cueva”, deshice el bloqueo del piranya y para abajo. Llego a la “cueva” y veo que la cuerda libre cuelga todavía más abajo, me paro, me bloqueo de nuevo y recupero el extremo de la cuerda libre que viene de reunión, la empalmo con la cuerda de la saca derecha, y para evitar más imprevistos lanzo de nuevo toda la cuerda al vacío, para que la recojan los compañeros de abajo y bajar sin preocuparme de la cuerda libre. Antes de desbloquearme me “asomo” al rápel y veo que efectivamente Andrés tiene el extremo de la cuerda libre, con lo cual, la cosa ya está solucionada y me tranquilizo. Me desbloqueo y desciendo.
Una buena jornada barranquera con unos compañeros cojonudos!!!!!!
Redacción: Javi Masca
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