Tras unos cuantos meses de parón, por fin el sábado pude volver a ponerme el neopreno ( que
oye, comprobar que tras el confinamiento aún me cabía fue toda una alegría).
Esta vuelta al barranco fue un poco una vuelta al origen, ya que este fue el primer barranco
acuático que hice con el club. El barranco en cuestión es el de Amanaderos. Tenía muy buenos recuerdos y esta vez tampoco me decepcionó. El primer rapel (22 m) impresiona, la cabecera está bastante expuesta y nada más salir te encuentras en un volado y debajo de la cascada. Esta vez había bastante agua y la verdad es que fue todo un disfrute. Después del primer bañito refrescante hubo que subir arriba otra vez a liberar la cuerda que se había rizado y no permitía recuperarla.
Tras este pequeño imprevisto nos dirigimos hacia el segundo rapel (25m), con un poco de rampa y resbaladizo, pero sin muchas complicación. En este tuvimos unos cuantos espectadores que se lo pasaron bien viéndonos bajar. Tras bajar un rapel cortito (9 m), estuvimos andando un buen rato por el cauce y atajando de vez en cuando por la senda.
Por el camino "hicimos boca" hasta el almuerzo "comiéndonos" unas cuantas arañas hasta llegar al rapel más largo del barranco (48 m). Este rapel es uno de mis favoritos, una grande rampa que termina en forma de tobogán. Así que, dado el caso, puede uno aprovechar y bajarlo apoyado de
lado en la pared, haciendo tobogán.
Pero el rapel más chulo, aunque más cortito es el siguiente. Tiene una salida muy incómoda y tiene una barriga al principio, así que si no se tiene cuidado es fácil pillarse la mano en el descensor al bajar. Aún así, bajarlo es una gozada, y puedes disfrutar de un poco de agua fresquita en la cara descendiendolo. Este rapel se conoce como el "rompe-huevos", por la presencia de una roca que sobresale durante el descenso y puede dar donde más duele, pero claro, en mi caso no tenía de que preocuparme ;). El último rapel es cortito y también un poco expuesto. Sin embargo, hay un pasamano que permite alcanzar con seguridad la cabecera. Este también tiene su truco, ya que el chorro de agua esconde una cuevecita en la que es fácil meterse y darse un pequeño susto si no te das cuenta.
Terminado el descenso y recuperado los líquidos perdidos con un par de cervezas fresquitas,
nos fuimos a un merendero en Camarena de la Sierra, donde Alfonso preparó una barbacoa
muy rica , que vista la hora fue una merienda/cena de lujo!.
Terminamos, como no, con un par de rondas de gin tónics para darle alegría al cuerpo, al estilo Tracalet.
Redacción: Marilena
Fotos: Marilena
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