domingo, 22 de noviembre de 2020

Domingo 22 de Noviembre. Travesía de Cova Fosca

Hola, compis y lectores/as desconocidos/as, como estoy «jarto d’hacer crónicas» y esta «cuebarranco» era corta, voy a escribir un relato de TERRORRRR...

Ahora es cuando suena el «TAN TAN CHAN...» y se escuchan los rayos «PRRRRMMM» y la voz en off con cadencia cavernosa y textura de bajo dice:

- LA COVA FOSCA . Crónica del terror.

El día era bastante frio y la humedad rizaba el pelo de Sergio, pero no lo suficiente como para que se preocupara. Aunque su ego de adolescente era frágil, estar despeinado no tenía importancia en ese momento… iban a subir a una cueva prehistórica, un antiguo y milenario templo donde practicaban la magia y practicaban rituales en honor a dioses ancestrales… Sergio bromeaba con su primo sobre que tipo de ritos habrían hecho los cavernícolas, ¿serían sexuales, sangrientos? 





- ¿Te imaginas que los antiguos dioses continúen escondidos en la cueva esperando a que alguien vaya a hacer un sacrificio? - le preguntó su primo de guasa.

Sergio le correspondió con una sonrisa escondida debajo de la mascarilla – No hay güevos de entrar en la cueva.

- Tengo los cojones más gordos que tu cabeza, cagao. -replicó su primo – Entramos hasta el fondo. Si hay dioses prehistóricos, seguro que tienen un hambre de la hostia, igual no sales vivo de ahí…

Un escalofrió involuntario recorrió su columna vertebral. Mientras su padre y su tío preparaban los bártulos, levantó la cabeza hacia el acantilado, en la base del cual estaba la entrada a la cueva.

- Eh, tío – ¿ves a esos… a esos teletubis? 


Justo en ese momento, Sevi, Ángel, Salva y su hija Llum se dirigían hacia la boca superior de la Cova Fosca. Iban vestidos con sus monos de espeleo de colores, y sus sacas a la espalda. La subida no era mala, siguieron el sendero hacia la izquierda, entre bromas y charla, apta para menores porque Llum solo tenía 13 años. El sendero serpenteaba, entre rocas, palmitos, narcisos y otra flora, aunque no conducía a la boca superior sino a la inferior. Por eso, Sevi que era el guía, dió orden de subir monte a través por una quebrada que llevaba a la boca superior, su objetivo. Sevi ya estaba pensando en la mariscada que se iban a meter después, entre pecho y espalda. 

Sergio y su primo correteaban delante de los adultos. Tenían la energía propia de los preadolescentes, contenida desde hace tiempo, desde que salieron de casa a primera hora, querían correr por el sendero, saltar, hacer el cabra, demostrarse el uno al otro quien era el más saltimbanqui.

Los espeleólogos llegaron rápidamente a la boca de la cueva. Esta, se abría a una estancia en penumbra, donde el viento susurraba con aliento cálido y húmedo. Llum sintió un escalofrío. 


- Papa, esto es como estar en la boca de alguien, de un cocodrilo gigante, jejejejejeje.

Se pusieron los arneses y Sevi instaló la primera cuerda para comenzar el descenso, mientras los otros admiraban las formaciones que como columnas bajaban hacia el vacío, hasta la oscuridad…

Sergio y su primo detuvieron su alocada carrera, aun tenían energías de sobra, el corazón les latía a cien por hora, como el motor de un Ferrari, pero necesitaban beber agua y además los adultos les gritaban para que les esperasen. Sergio miró hacia el acantilado, habían hecho más de la mitad del camino. Los teletubis ya no estaban, ¿donde se habían metido?. Miró atrás, hacia el cementerio de Verger, donde estaba aparcado el coche. Más allá se veía el mar en todo su esplendor, y las gaviotas chirriantes.

El grupo de Sevi, después de descender el primer rápel, y avanzar un poco entre la roca, llegaron al segundo obstáculo, el rápel de 17 metros que discurría por la diaclasa. 


 Joder, antes había una cadena que unía la cabecera, con la instalación del pasamanos. -dijo Sevi. Salva montó una chapucilla para agarrarse y acercarse penduleando a la cabecera, Ángel fue el primero en bajar y dijo que la chapucilla no le gustaba nada. Salva, se arrepintió de inmediato y instaló un pasamanos como «Dios manda». Él fue el último en bajar y en la soledad del descenso, le pareció que las paredes se movían. Tubo la sensación de que los muros de roca se cerraban como una boca hambrienta, que mientras descendía, los muros se estrechaban para hacer un bocadillo de carne humana… 


Sergio y su primo, llegaron antes que su padre y su tío a la boca de la cueva. La entrada era no muy grande, un arco de un metro y poco de altura por dos de longitud, la típica cueva de dibujos animados. Solo que esta estaba llena de grafitis pintados. Un viento cálido y suave salía de la boca. Sergio frunció el ceño, ¿el viento arrastraba sonidos indescifrables? 


De repente, el grito de su primo lo asustó, dio un respingo y disparo: - Capullo, gilipollas ¡¡¡ - su primo se partía de risa por haberle asustado, en seguida Sergio también se unió a las carcajadas.

- Va, dejad de hacer el tonto dijo su padre soltando la mochila en el suelo arenoso. ¿No querías entrar? Pues ala…, entrad y después almorzamos. 


Sergio y su primo, se agacharon para entrar por la boca de la cueva, pasando a una antesala no muy grande. A través de una segunda entrada igual a la entrada del exterior, pasaron a la gran estancia. La imaginación de Sergio volaba. La luz apenas penetraba desde fuera y Sergio podía intuir y hasta ver perfectamente al chamán sujetando un cuchillo y sacrificando a una mujer, joven, desnuda, la muchacha se parecía enormemente a Sara, la de su clase… Pero un estruendo metálico le sacó de su ensoñación. Ruidos metálicos y pasos arrastrándose hasta él llenaron todos sus sentidos, no estaban solos, su primo, ya corría hacia la salida. Sergió entró en pánico, gritó y salió corriendo como alma que lleva el diablo. Los dioses oscuros querían su tributo ¡¡¡

Sevi, llegó al último rápel y instaló la cuerda corta. – Ye, va xe va, que la mariscá mos espera… jejejejeje – En ese mismo momento se escuchó un agudo lamento un sonido de ultratumba que provenía de la oscuridad, un aullido… - YE FILLS DE PUTES ¡¡¡¡ los pelos de la nuca de Sevi, se erizaron, la piel electrizada se puso de gallina… un sudor frio asomó por los poros de su frente. – MECAGONTOT TOT QUI NI HA AHÍ? ¡¡¡¡

- Sevi, tio, jejejejeje, no digues tacos, que ha sigut un xiquet… dijo Salva, que como profe, ha escuchado todos los registros de gritos de adolescentes, habidos y por haber.

Sergio y su primo, se recompusieron, después de relatar a los adultos lo que había pasado. En ese momento, boquiabiertos y líbidos vieron como los teletubis y una chica salían de la boca de la cueva.

El padre de Sergio, sonriendo, dijo – Ya podeu entrar que no hi ha ningún.

Salva, con su voz de profe miró a los chavales y preguntó: Qui dels dos ha sigut qui ha chillat?

Sergio avergonzado levanto la mano. El rubor coloreó primero sus mejillas y después ascendió por las orejas. Salva empezó a reírse y se preguntó - ¿quien da más miedo si te lo encuentras en una cueva? ¿Sevi con su mono sucio, la cara llena de polvo, una mascarilla, los mosquetones que parecen una cadena fantasmal, o un preadolescente? – Joder está claro el preadolescente… y sintió un escalofrío pencando en la clase de segundo C.

Redacción: Salva
Fotos: Sevi

0 comentarios: