Había ganas y se notaba. En escrupulosos y organizados grupos de máximo 4 personas los tracaleteros nos dispusimos a repetir el barranco de la Rambla de las Ahillas, también conocido como Barranco de Mozul, de Grial o de la Hoz.
Se trata de un cañón seco la mayor parte del año, aunque con pozas acuáticas que salvar a diestro y siniestro (a izquierda y derecha, vamos). Ojo con esta rambla en carga porque hace 6 meses no había troncos en el cauce y esta vez había unos de un tamaño muy considerable. Son 150 metros de desnivel y el mayor rápel unos 12 metros. Largo y bonito recorrido con zonas encajadas y un circo final que “casi” nos recuerda a Guara.
Había ganas, repito, y pronto un primer grupo nos dirigimos desde el parking a las cabeceras iniciales con la intención de ir dejando todo instalado para que los siguientes grupos tuviesen una progresión más sencilla.
El primer rápel sin incidencias salvo que al estar montada la reunión para poder bajar por ambas cuerdas, no dejar que el nudo empotrase correctamente contra la anilla podría haber supuesto un susto de un palmo. Resuelto sin más, pero esos detalles técnicos se deben depurar y se agradece que un compañero te avise y corrija.
Algún destrepe que con más o menos técnica fuimos pasando y también algunas sorpresa desagradable por ver retirados materiales de instalación que gustosamente se dejan para que otros barranquistas puedan tener mayor facilidad de progresión, me refiero a la instalación reciente del rapel 2 de la que han desaparecido las chapas y obliga al destrepe original por cuerda fija.
Como reflexión, si la montaña “es de todos”, tratar de generar un ambiente donde el espíritu deportivo y la capacidad técnica y operativa se combinen “a gusto del barranquista”. Algunos se erigen como juez y parte para determinar qué se puede y qué no se puede dejar como instalación generando cuanto menos incomodidad al no encontrar elementos que antes estaban.
Como segundo ejemplo de lo indicado previamente, en los pasamanos ya NO hay cuerda y sólo queda una sirga anclada “lo mejor posible” aunque muchas de las fijaciones han saltado ya. Ojo! porque esto nos puede suponer como mínimo unos pies húmedos o algún chapuzón. También comentar que al no haber cuerda los mosquetones de los cabos de anclaje sufren significativamente al contacto con el acero. Téngase en cuenta para llevar mosquetones adecuados o bien valorar su estado a posteriori porque habrá marcas más o menos importantes.
El enriquecedor debate de esta actividad estuvo en un rápel guiado que montamos al inicio del primer pasamanos como opción de segunda vía a la derecha. El considerar el punto final como “seguro” o “no seguro” nos llevó a un tipo de instalación y asumir unos riesgos distintos según la percepción del mismo y eso siempre aporta.
La teoría del manual está muy bien pero luego hay que tener la vivencia y valorar a qué te quieres exponer y a qué no. A considerar un punto de anclaje como algo suficiente o por el contrario montar los reaseguros necesarios para garantizar tu propia seguridad y la de tus compañeros.
Un “ligero” picnic manteniendo todas las medidas de seguridad necesarias porque el momento así lo requiere y de vuelta a casa con las buenas sensaciones que la montaña y los amigos nos dejan.
Había ganas y se notaba.
Había ganas y se notaba.
Redacción: Víctor
Fotos: Josevi, Carlos, Mario, Ángel
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