Lo que está llamado a consagrarse como un clásico tracaletero gracias a nuestro amigo Salva, esta vez nos llevó a unos cuantos miembros del club al sur de Castilla la Mancha.
Riopar es un enclave turístico ampliamente conocido por lo que no me extenderé, salvo para decir que es una zona bonita que nada tiene que envidiar a otras más húmedas y escarpadas.
El viaje comenzó el viernes con algún contratiempo, pero conseguimos solventarlo con paciencia y buen humor.
El sábado hicimos la cueva con todos los permisos pertinentes (importante solicitarlos para evitar sustos e imprudencias) Salva, Jose, Iván, Víctor y un amigo foráneo: Javi.
La aproximación se inicia con unas rampas intensas en el bosque que precede al nacimiento del río. Poca agua abajo (algo más arriba). El sendero tiene algunas cuerdas de apoyo y se recomienda hacer su parte final con casco, arnés y cabos de anclaje. Llegamos a la boca sin más novedad. Equipados y para dentro.
Planeamos más de 6 horas pero solventamos todo en poco más de 4 con todas las paradas del mundo para hacer fotos, exploración de la zona laberíntica de los bucles en el centro, visita al lago Benjamín. Llegamos “al final”, que no es sino el encuentro con un sifón ya prospectado por espeleobuceadores con un bonito cable que indica “70 metros” (demasiado para mi apnea de piscina hinchable).
La cueva no tiene complicación técnica más allá de pasamanos, destrepes y una trepada ayudada por cuerdas en fijo.
Barranco de Marines
Es un barranco sencillo, bonito y resultón. Un buen complemento para la zona y se puede hacer con niños que estén iniciados en el mundo del barranquismo (OJO! Con un rápel de unos 15 metros).
Se nos hizo corto, porque fuimos con el chip de barrancos y de hacer las cosas como tocan (el que lleva cuerda pasa e instala).
Un fin de semana estupendo con una gente estupenda.
Redacción: Víctor
Fotos: Salva, Jose y Víctor.
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