Después de juntarnos un sábado 8 de febrero, entusiasmados en el punto de encuentro, nos dirigimos a almorzar en el bar de Tous para coger fuerzas y organizar cómo iba a ser la salida a la Sima. Éramos un grupo de 7 personas. Una vez aparcamos los coches, a unos 100 metros se encuentra la boca de la Sima.
Entramos en la sima por un impresionante pozo de 50 metros de altura, la mayor parte de ellos «volados» (colgamos únicamente de la cuerda). Una vez dentro, nos deleitamos con espectaculares formaciones y una gran sala del tamaño de una catedral. Vistas éstas, nos adentramos en una gatera que nos lleva a la sala «Vicente Ajado», una sala más pequeña que la principal pero igual de espectacular o más. En ambas salas estuvimos disfrutando unos minutos de la belleza contemplada y, como no podía ser de otra forma, inmortalizando las vistas en forma de fotografía. Además, aprovechamos para deleitarnos con el sonido que una de las formaciones reproducía, recordando al sonido de un órgano. Cuando nos dirigimos a remontar para salir de la sima, nos percatamos que había 2 cuerdas adicionales a nuestra instalación. Tras valorar la situación, finalmente decidimos afrontar la remontada notificándoselo al grupo de arriba. La sorpresa fue que a mitad de la subida empezaron a descender también por sus cuerdas, lo que precisó de una buena gestión del cruce de cuerdas para el paso simultáneo de cuatro personas. Una vez fuera ya de la Sima comentamos la maravilla experiencia vivida y nos dirigimos a los coches para emprender la vuelta a casa.
Artículo para Index sobre los anclajes en las exploraciones barranquistas
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Hace 1 semana
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